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CUADERNOS DEL PERÚ por Arturo Ojeda

CRISIS ECONÓMICA Y RETOS POR CUMPLIR.

El Perú está intentando atravesar indemne una tormenta económica internacional. Como dijéramos meses atrás -cuando ya se vislumbraba un brote inflacionario- el Estado tiene los instrumentos idóneos para hacerle frente a esta crisis. Empero, ello no nos debe llevar a olvidar los aspectos estructurales que la han ocasionado.

La inflación actual tiene dos orígenes, una es por el alza de los precios de productos importados de los cuales somos dependientes, en especial los agrícolas; otro aspecto, es el de la imposibilidad tecnológica de la industria nacional para aumentar su capacidad productiva y reducir los costos fijos de sus productos, situación que puede generar carestía (con la consecuente especulación).o aumento de precios.

Más allá de los enfoques económicos de corto plazo, y de las estrategias que para afrontarlas se formulen, estos hechos son apenas si la punta del iceberg de males estructurales del país en los temas económicos y sociales.

La crónica dependencia de productos agrícolas importados para abastecer consumos masivos, como la harina de trigo, por ejemplo, obedece a la carencia de una política activa de cambio de patrones de consumo. Consumimos productos elaborados con insumos importados, pan, fideos, aves, etc. En perjuicio de la papa, la kiwicha, el cuy, etc. Recién llegada la crisis se rememora una experiencia similar en los años 80, cuando también sufrimos de estas carencias. Sin embargo no se recordó a tiempo la lección aprendida.

De igual forma en la industria, en los años 80 se recalentó la economía por el crecimiento acelerado, la gran diferencia se encuentra en que ahora sí contamos con diversificación económica, mercados internos y externos. Pero llegado el shock externo, nuestra economía interna no se ha readaptado, son pocos los que han comprado nuevos equipos, reinvertido sus utilidades para aumentar su capital tecnológico y en el mejor de los casos renovar procesos productivos, hechos que serían suficientes para no ser afectados considerablemente por la crisis mundial.

Para alcanzar el desarrollo no basta con crecer económicamente, en paralelo debe haber una política activa de cambio de mentalidades en los actores sociales. Eso es lo que falta en el país, de ahí el impacto que ahora sufrimos.

¿A qué nos referimos con un cambio de mentalidad? A impulsar el desenvolvimiento de una conciencia emprendedora, planificadora y solidaria. El emprendimiento es todo lo contrario al rentismo y la especulación. Los pueblos “grandes” no piensan sólo en el hoy, también en el mañana, pero fundamentalmente en el “nosotros”. Todo lo contrario de lo que es aún el Perú de hoy, donde es común encontrar empresarios -salvo en los sectores populares- que se preocupan únicamente por el “cuánto ganarán hoy”, aún a costa del mañana. Ni qué decir del poco interés que tienen por el colectivo país. No es ésta una perspectiva anti empresarial, Sí una posición anti rentista y anti especulativa. Pero en su defensa hay que ver, cuánto desorden social “moderno”  es contribuyente con esta forma de ser y actuar. Por ello es dable decir que, en las condiciones actuales de desenvolvimiento social del país, ningún desarrollo es sostenible.

La acción del gobierno por mejorar la calidad de vida de los más pobres es sumamente encomiable, y todos sabemos que ello se financia con la mayor recaudación del Estado por la actividad económica. Pero ello resuelve estructuralmente poco, si la sociedad no es capaz de ahorrar y acumular para el futuro. Y eso sí forma parte de un verdadero Acuerdo Nacional para el Desarrollo, donde todos nos ajustamos los pantalones para después todos también disfrutar de lo logrado. Y ése, pienso yo, es el gran objetivo del aprismo.

Lima, 13 de marzo del 2008.

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